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COVID, formación incompleta y pérdida de aprendizaje: Cómo afrontar el reto

mayo 31, 2022 by Jean-Rémi Larcelet-Prost
Persona llevando mascarilla

El 25 de febrero de 2020, cuando todavía no había transcurrido un mes desde la aparición de los primeros casos de COVID-19 en Estados Unidos, una funcionaria de los Centros de Control y Prevención de Enfermedades hizo a padres y madres de alumnos una advertencia con tintes de profecía. «Deberían preguntar a las escuelas de sus hijos sobre sus previsiones en caso de cierre de los centros», dijo Nancy Messonnier. «Pregunten por sus planes de aprendizaje a distancia».

El 11 de marzo, el cierre de escuelas afectaba ya a más de un millón de estudiantes. El 25 de ese mes, todas las escuelas públicas del país estaban cerradas. El aprendizaje a distancia llegó esa primavera para suplir una carencia, y se ha quedado desde entonces con nosotros. Ola tras ola de variantes de COVID que agravaron la ya preexistente escasez de profesores, la vuelta a la enseñanza presencial fue en muchos países irregular y escasa.

«Deberían preguntar a las escuelas de sus hijos sobre sus previsiones en caso de cierre. Pregunten por sus planes de aprendizaje a distancia». – Nancy Messonnier, directora de los Centros de Control y Prevención de Enfermedades de los EE.UU., 25 de febrero de 2020.

Esta época COVID-19 ha creado desafíos sin precedentes para los educadores. Cuando las escuelas cerraron y/o se trasladaron a Internet, muchos estudiantes sufrieron tanto social como emocionalmente. Pero quizás la mayor amenaza de la interrupción que ha supuesto la pandemia haya recaído sobre el propio aprendizaje.

Podemos observar esa crisis a través de dos fenómenos documentados: formación incompleta y pérdida de aprendizaje. Una vez entendido el problema, podremos trabajar para encontrar soluciones, algunas de las cuales se abordan a continuación.

Los costes de la formación incompleta y de la pérdida de aprendizaje

La pérdida de aprendizaje no aparece por primera vez con el COVID-19; está asociada a cualquier interrupción prolongada del proceso formativo, incluidas las vacaciones de verano. Pero el cierre de las escuelas a causa de la pandemia parece haber aumentado el problema. Cuando los estudiantes se distancian de ese proceso formativo, pueden olvidar las habilidades y los conceptos que necesitan para seguir progresando. Eso es lo que entendemos por pérdida de aprendizaje, y conduce a déficits reales, que a su vez afectan a los resultados de los estudiantes.

Según Unicef, la pérdida de aprendizaje relacionada con la pandemia podría costar actualmente a los estudiantes de todo el mundo un total de casi 17 billones de dólares en ingresos generados a lo largo de toda su vida.

Tenemos también la amenaza de la formación incompleta. El término hace referencia a los conceptos que los estudiantes no han asimilado del todo pero que necesitarán en un aprendizaje posterior. Aunque la educación no siempre es lineal, indudablemente se produce por adición. Hay que entender la aritmética antes de aprender álgebra, que es necesaria para comprender el cálculo, que es preciso en la física avanzada, y así sucesivamente.

Cuando una pandemia mundial interrumpe una clase, los alumnos no aprenden aquello que necesitan para progresar en su aprendizaje, aunque avancen de todos modos. Ello conlleva frustración, y la frustración conlleva absentismo.

También lo conlleva la propia pandemia, con niños que se quedan en casa, sus padres quizás en el trabajo, y una asistencia en remoto a la escuela que depende del acceso a una conexión estable de Internet, un lujo del que carecían entre 10 y 16 millones de estudiantes norteamericanos antes de la reacción a la aparición del COVID. Hasta 4 millones de estos estudiantes obtuvieron acceso a Internet en sus hogares durante los cierres de los centros educativos, pero la brecha digital sigue siendo significativa, limitando oportunidades a las familias, en particular aquellas con bajos ingresos. El absentismo, voluntario o no, está relacionado con la probabilidad de acabar dejando la escuela.

McKinsey estima que hasta 1,2 millones de estudiantes de educación primaria y secundaria corren un mayor riesgo de abandonar la escuela debido al absentismo crónico relacionado con la pandemia.

Está claro que la educación se enfrenta a serios desafíos. Entonces, ¿qué podemos hacer para plantarles cara?

Cómo abordar los efectos persistentes del COVID en la educación

Todavía nos estamos recuperando de los cambios provocados por una pandemia mundial. Dos años no es mucho tiempo para reformar el sistema educativo de un país. Nuestros profesores todavía están aprendiendo, y nadie tiene todas las respuestas.

Dicho esto, he aquí algunas tendencias esperanzadoras. Tal vez le den algunas ideas sobre cómo ayudar a los estudiantes a recuperarse de la formación incompleta que ya se ha producido, y a minimizar las incidencias derivadas de la pérdida de aprendizaje.

1. Existe un mayor compromiso con la educación inclusiva.

La formación incompleta relacionada con la pandemia es diferente entre un alumno y otro; lo mismo ocurre con la pérdida de aprendizaje. No es de extrañar, ya que todos los alumnos son personas singulares, cada una de ellas con sus propias necesidades y puntos fuertes. Así que para salir del bache educativo en el que nos ha metido la pandemia será necesario, en primer lugar, una enseñanza efectiva para todos. La teoría de la educación inclusiva puede ayudar en ello.

La educación inclusiva ofrece igualdad de acceso a los alumnos con discapacidad. A decir verdad, este enfoque busca hoy eliminar las barreras de aprendizaje de todostodos los estudiantes, pero comenzó como una filosofía de accesibilidad, evolucionando a partir de la práctica llamada integración educativa (vs. inclusión educativa). Un aula integrada incluye a alumnos con y sin discapacidad, pero generalmente con la expectativa de que todos aprendan de la misma manera. La educación inclusiva mantiene la diversidad en el aula, pero ofreciendo múltiples medios para interactuar con los material del curso, esforzándose por satisfacer las necesidades individuales de cada alumno.

Educación inclusiva: Un ejemplo simplificado

Imagine una clase a la que se le pida que lea en sus pupitres unas cuantas páginas de un libro de texto.

  • Un alumno con dificultades para el aprendizaje utiliza una regla de lectura para concentrarse únicamente en una frase. Otro alumno lee sin ayuda alguna. Un tercero lee una versión en braille del libro de texto. Un estudiante de español como segunda lengua lleva auriculares y escucha las palabras mientras sigue la página.

Es el mismo texto, pero las tecnologías de apoyo lo hacen accesible a alumnos con necesidades diferentes. Eso es educación inclusiva.

Con el reciente giro hacia el aprendizaje a distancia, las herramientas que ayudan a conseguir un aprendizaje individualizado han tenido que evolucionar. Han tenido que hacerse totalmente digitales. Lo que nos lleva a la cuestión de la inclusión digital, consecuencia en general del mandato de la educación inclusiva, y una herramienta clave en el esfuerzo por combatir la pérdida de aprendizaje y la formación inacabada en medio de los cierres de los centros causados por la pandemia.

2. Se ha prestado una especial atención a la inclusión digital.

El objetivo de la inclusión digital es la igualdad de acceso a la información compartida a través de las tecnologías de la comunicación. Ya no podemos dar por sentadas las clases presenciales; una pandemia o cualquier otra disrupción puede pillarnos por sorpresa en cualquier momento, obligándonos a recurrir de nuevo al aprendizaje híbrido o a distancia por completo. Ahora es el momento de asegurarnos de que nuestros entornos de aprendizaje online funcionan para todos.

¿Cómo es la inclusión digital en el contexto del aprendizaje a distancia?

Además de los cinco elementos de un entorno educativo digitalmente inclusivo (acceso a Internet, dispositivos conectados, formación, soporte técnico y aplicaciones/contenidos online accesibles), la inclusión digital requiere un enfoque multimodal de la enseñanza, es decir, presentar el material formativo de diversas maneras. Entre las herramientas digitales que permiten alcanzar este objetivo se encuentran:

  • Herramientas de lectura en voz alta, como los lectores web. Un lector web es una herramienta digital que lee en voz alta un contenido escrito, ampliando así el acceso educativo a los alumnos con ceguera, discapacidades visuales, problemas de aprendizaje o de fluidez del lenguaje, baja alfabetización, o simplemente con el tipo de mente que retiene la información a través de los oídos mejor que a través de los ojos.
  • Máscaras de página digitales. Muchos estudiantes tienen dificultades para concentrarse mientras leen, ya sea por tener un tipo diferente de aprendizaje, trastornos de atención o fatiga de pantalla. Una máscara de página digital es una herramienta que sombrea la zona de la pantalla fuera de un área ajustable con el fin de eliminar distracciones.
  • Funciones de aumento de tamaño de texto. Con cerca de un 13% de adultos que declaran tener «problemas» de visión, la posibilidad de aumentar el tamaño del texto para optimizar su visibilidad es crítica para la accesibilidad. Cambiar el tamaño del texto digital puede ayudar también a muchos alumnos, con o sin discapacidad visual, a tener una mejor concentración y comprensión, o incluso para el acceso a documentos desde pantallas más pequeñas como las de los teléfonos.
  • Diccionarios y herramientas de traducción de acceso instantáneo. Tener que abrir una nueva pestaña del navegador puede suponer una barrera más. Diccionarios y herramientas de traducción amplían la accesibilidad de los alumnos, tanto si están descubriendo nuevo vocabulario como aprendiendo una segunda lengua.
  • Vistas en texto simple (sin formato). Los entornos de aprendizaje online están llenos de distracciones. Una función de texto simple elimina imágenes y elementos de diseño para que los estudiantes puedan centrarse en el material formativo sin distracciones.


Lo ideal es que los educadores pongan a disposición de sus alumnos todas estas funciones mediante una sencilla integración con su Entorno Virtual de Aprendizaje (LMS). ReadSpeaker para LMS proporciona todas estas herramientas y más: se integra perfectamente con las principales plataformas LMS para ampliar la inclusión digital en los entornos de aprendizaje online. Esto puede ayudar a rellenar vacíos en la formación incompleta en la enseñanza a distancia, tanto si se trata de una clase pensada para darse online como de un cambio a lo digital debido a la pandemia.

3. Los cursos se están diseñando específicamente para los canales online.

Durante los primeros días de la pandemia llamamos a las improvisadas aulas en línea “aprendizaje remoto de emergencia”. Los resultados fueron los esperados en un caso de emergencia: perdimos rápidamente la atención de los alumnos. Pero el aprendizaje online puede ser eficaz, especialmente tras la educación secundaria. Tan solo es necesario desarrollar actividades de aprendizaje que se adapten al medio. Ha llegado el momento de dejar de lado el «aprendizaje de emergencia» y acercarse a la clase en remoto con fines específicos. El marco educativo conocido como Diseño Universal para el Aprendizaje (DUA) es un buen punto de partida.

El Diseño Universal para el Aprendizaje es un enfoque formativo que da prioridad a la inclusión. Al igual que la educación inclusiva (ambos conceptos se solapan de forma significativa), el DUA hace hincapié en la flexibilidad para llegar a los alumnos como individuos, satisfaciendo sus necesidades e intereses allí donde estos estén. Para alcanzar este objetivo, el DUA recomienda un diseño de los cursos que incluya:

  • Presentación múltiple del material del curso. Independientemente de aquello que los alumnos estén aprendiendo, los profesores deben ofrecérselo a través de distintos medios: texto, voz, imagen, actividades, etc.
  • Múltiples opciones de expresión para los alumnos. Un estudiante puede preferir demostrar sus conocimientos hablando; otro necesitará escribir sus respuestas; un tercero quizás trabaja mejor dibujando. Con el DUA, los estudiantes tienen diferentes maneras de demostrar lo que han aprendido.
  • Múltiples maneras de implicarse con el contenido de la lección. Los alumnos sólo aprenden cuando se implican, aunque cada uno de ellos tendrá diferentes intereses y capacidades. El marco del DUA fomenta la variedad de actividades de aprendizaje, haciendo que cada estudiante pueda participar a forma individual.

La clave del DUA es la accesibilidad y, como todos los estudiantes son diferentes, eso requiere variedad. Esta variedad está disponible de forma online, como demuestran las herramientas de lectura en voz alta y de ayuda a la concentración comentadas anteriormente. Tan solo debemos proponernos incorporar esta variedad en los entornos de aprendizaje a distancia.

Para saber más sobre cómo las herramientas de ReadSpeaker ayudan en este propósito, descargue nuestro libro blanco “Diseñando para la Diferencia” o vea nuestro seminario web gratuito “Salvando la brecha con Tecnologías de Apoyo: cómo reducir la pérdida de aprendizaje en la formación online”

No sabemos cómo se desarrollará la historia que comparten escuela y COVID. No sabemos cómo evolucionará la pandemia, aunque esperamos que termine desapareciendo. Pero sabemos mejor que nunca cómo evitar que conlleve pérdida de aprendizaje y formación incompleta.

ReadSpeaker puede ayudarle a responder positivamente a los retos que la COVID-19 ha supuesto en el ámbito de la educación; No dude en ponerse en contacto con nosotros!

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